Motivos para la indignación hay muchos. Sobran. Como saber que los  banqueros de Caja Madrid (la de Rodrigo Rato, exvicepresidente del  Gobierno español con el Partido Popular y candidato a  ser ministro de  economía con Rajoy) se subieron el sueldo de 317.000 euros anuales de  media a 725.000 euros,  o que Novacaixagalicia, la CAM y Catalunya Caixa  (la de Narcís Serra, exministro del PSOE con Felipe González)  incrementaran los salarios de sus consejeros en proporciones similares  (o incluso mayores).
Según un informe de CC.OO. la cúpula de las entidades financieras  españolas son algo más de 1.500 personas que cobran unos 300.000 euros  anuales, o lo que es lo mismo, 25.000 euros al mes. Si sumamos todo este  dinero alcanzamos la cifra de 450 millones de euros al año. Es decir,  si los salarios fueran más razonables y estas personas cobraran un  salario tan alto como las responsabilidades que asumen, que no pueden  ser mayores que las del Presidente del Gobierno español (90.000 euros  anuales), todavía nos quedarían 315 millones de euros disponibles para  contratar a 15.000 personas (con un salario medio de 20.000 euros al  año). Quede también dicho que en los bancos el escándalo es incluso  mayor, ya que cobran más del doble que la media de la banca española en  su conjunto. Imagínese usted lo que es cobrar más de 50.000 euros al  mes. Es como si te tocara la Lotería cada mes.
Claro, luego dicen que no hay dinero para mantener la plantilla y  tienen que despedir a varios miles de trabajadores y trabajadoras. Luego  dicen que la culpa es de la deuda soberana y no sé qué más soberanas  estupideces. Esta crisis es consecuencia, en gran parte, de la codicia e  insana avaricia de los banqueros de este país y sus consejeros. Quienes  deberían pagar por sus delitos, porque cobrar más de lo razonable y  además estando en una entidad semipública como las Cajas de Ahorros es  algo asimilable a la corrupción y si me apuran al robo. Es despreciable  ganar tanto dinero en un país con más de 4 millones de desempleados y en  un mundo donde cada día mueren 100.000 personas porque no tienen qué  comer ni acceso a agua potable. Son despreciables  estos codiciosos  banqueros y consejeros sin un ápice de moralidad.
Articulo de Jordi Calvo en www.publico.es el 26-Octubre-2011
 
 
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